En el Ombligo de la Luna, parte I

Luis Pérez Ixoneztli. Músico de nacimiento, desde niño mostró una gran afinidad por todo tipo de expresiones artísticas, pero sobre todo, por la música. Con menos de 3 años, cantando se robaba el escenario en las fiestas bohemias a las que su tío, el famoso torero Silverio Pérez, invitaba a personajes como Antonio Bribiesca, Claudio Estrada y a la mismísima Chavela Vargas.

De niño jugaba con sus hermanos a tocar guitarras de escoba y teclados de aire, ante una audiencia de juguetes. Conforme crecía, su interés por la música también lo hacia, cosa que no pasaba inadvertida por sus familiares, que en algún momento trataron de encausarlo a otra profesión para evitarle morir de hambre, por suerte cambiarían de opinión.

El rock en español que se escuchaba en esos tiempos eran los Teen Tops, los Locos del Ritmo y los Rebeldes del Rock, pero pronto descubriría una banda que reafirmaría su vocación musical y despertaría su interés por el rock en inglés. En la portada, cuatro rostros en penumbra; el album With the Beatles, que llego a el como regalo de una tía, un disco que cambiaría su vida para siempre.

Se integro como vocal a su primer grupo, Los Spyders, en la secundaria, a mediados de la década de los 60’s, donde tocaban instrumentos que el y sus compañeros podían inventar o conseguir. Sus primeras influencias en inglés fueron: Santo & Johnny, the Ventures, the Yardbirds y claro, the Beatles, de los cuales tocaban covers en fiestas de los barrios de la ciudad y en «hoyos», donde conocieron otras bandas del norte del país que sonaban muy diferente a la escena mexicana, claramente por sus influencias estadounidenses.

Su padre, al ver como sus inclinaciones musicales solo se fortalecían, le regalo una guitarra Ibanez y un amplificador portátil y obtuvo un manual de guitarra en el puesto de periódicos. Así fue como se enseño a tocar y se convirtió en guitarrista.

Un día, su padre le dijo; «Yo tengo un amigo en la colonia Guerrero, tiene un micrófono que nos puede vender», el nombre de su amigo: Chino Flores, famoso danzonero, director de la Orquesta Monstruo.

En su estudio habían instrumentos de percusiones de todo tipo pero lo que más le llamo la atención fue un caparacho de tortuga que dentro tenía un globo lleno de agua, con el que Chino experimentaba.

L.-«Y esto que es?»

Ch.-«Esto es un instrumento de los antiguos, de los aztecas»…

Una idea que resonó fuertemente en el y reforzaria su busqueda por la individualidad sonora, pero sobre todo despertaría su curiosidad por los instrumentos ancestrales.

Fin de la primera parte.

BONUS

Ixoneztli | Lunar Dance – Tales of the Astral Travelers (1998) – Videomontaje de Antonio Ezkauriatza

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Cualli Yohualli Icniuhtin.

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